PRESENTACIÓN DEL CARTEL OFICIAL DE LA SEMANA
SANTA DE LA PUEBLA DE CAZALLA CORRESPONDIENTE AL AÑO 2010: PALABRAS PRONUNCIADAS POR SU AUTOR EL DÍA16 DE MARZO DE 2010
Autor: José Cabello Núñez.
Podríamos
decir que el cartel anunciador de la Semana Santa de La Puebla de Cazalla del
año 2010 es un cartel muy distinto
a todos los que desde el año 1987 se han venido editando
por el Ayuntamiento en colaboración con la Diputación Provincial de Sevilla,
para dar a conocer nuestra Semana Mayor por mediación de una de las Hermandades
que realizan su estación de penitencia.
Se
trata de un cartel que a buen seguro no va a dejar indiferente a nadie.Que es
posible que guste a algunos y que disguste a muchos.
Es un cartel
de Semana Santa apartado del estilo de los que se vienen publicando en la
mayoría de los pueblos y ciudades andaluzas por las diferentes Hermandades y
Tertulias cofrades.
La
Junta de Gobierno de la Hermandad de la Triunfal Entrada de Jesús en Jerusalén,
Ntro. Padre Jesús Cautivo y Mª Stma. de la Paz, con
su valiente decisión al elegir este cartel anunciador de la Semana Santa,
quiere, o al menos desea que así sea, mostrar no un solo instante concreto y
puntual de nuestras singulares estaciones de penitencia del Domingo de Ramos o
del Martes Santo, que normalmente se representan por una fotografía de una de
nuestras imágenes titulares en su paso procesional, en una estampa más o menos
bella o “artística” que, salvo singulares excepciones, no suele salirse de la
misma línea, y que en la mayoría de las ocasiones viene a repetir una escena
parecida, una y otra vez, cada cuatro años.
Creemos que es
posible expresar en una sola superficie, en un solo espacio y simultáneamente, diversas
escenas que reflejen el rico patrimonio material y espiritual de La Puebla de
Cazalla, de la fe y la religiosidad de
sus gentes, para que sean divulgados y admirados también por los vecinos de
otros pueblos y ciudades, más o menos lejanos, invitándoles para que nos
visiten en estos días tan señalados y puedan contemplar y compartir con
nosotros la belleza de algunos de los momentos más alegres, íntimos, y llenos
de devoción y recogimiento de nuestro Domingo de Ramos y Martes Santo.
Los
carteles, al igual que los pregones, tienen la función principal de anunciar un
acontecimiento.
Así
como el pregón tiene por objeto captar la atención del oyente para anunciarle
la llegada inminente de la Semana Santa, utilizando como recursos las emociones
y las experiencias propias de quien los pregona, expresadas mediante la prosa,
la poesía y la música, el cartel que anuncia la Semana Santa ha de despertar,
por mediación de un único sentido, el de la vista, los sentimientos de quienes lo
contemplan, transportándolos, por mediación de una imagen estática, de un
fotograma, a un futuro inmediato que recoge el instante único del pasado que
les permita vislumbrar expectantes lo que está por venir.
El
cartel del presente año (2010) recoge momentos llenos de belleza y significado, con
los que la Hermandad, y yo como autor de la obra, hemos pretendido rendir
homenaje a muchos protagonistas de nuestra Semana Mayor siempre olvidados en
este tipo de carteles y que, por una razón aún no suficientemente explicada por
los entendidos en esta materia, se suelen difuminar, cuando no eliminar, de los
mismos. Estos protagonistas son actores necesarios de la escena, sin los cuales
no podemos entender la Semana Santa como la conocemos. Entre ellos los niños y
niñas que son la base de cualquier Hermandad, la cantera de los futuros
nazarenos y costaleros, de los hombres y mujeres que un día no muy lejano habrán
de regir su destino.
En éste
cartel pueden distinguirse muchos matices y detalles que desgraciadamente, y
una vez más, no se aprecian ni disfrutan en plenitud ante el problema anual, y ya
tradicional, que se plantea en el preciso instante de trasladar la fotografía a
la maquinaría de la imprenta, de tal manera que se desvirtúa notablemente el
color original, a pesar de los avances técnicos actuales que, a priori, deberían
garantizar la fidelidad de los colores, luces y sombras propios de la imagen
primitiva.
No
obstante, y a pesar de dichas deficiencias, el cartel no pierde su mensaje,
independientemente de si es en color o en blanco y negro, pues el impacto de la
imagen ha de ser suficiente para cumplir el objetivo de transmitir una idea y
provocar emociones.
La
principal idea que se desa transmitir a quienes lo
contemplen, es que en la Semana Santa son muchos los que participan en la
escena. Que todos los actores son necesarios para que la obra emocione al espectador,
y que en este caso actúan por devoción a unas imágenes sagradas sin las cuales
no podríamos entender el significado de la Semana Santa tal y como la vivimos
en Andalucía. Que alrededor de las imágenes de Cristo y de la Virgen que son
procesionadas por nuestras calles, hay todo un mundo de color, de luces y
sombras, de olores, en el que conviven y se confunden la alegría y el llanto, la oración callada
con el cante y el canto, el bullicio con el recogimiento y el dolor, la
penitencia, la fe y la esperanza.
El
capataz va a llamar a sus costaleros. La
luz de la tarde penetra con fuerza por la puerta principal por la que ha de
salir el paso. Los rayos luminosos del sol bañan el llamador de plata y la mano
de quien ha de manejarlo. 45 hombres bajo sus trabajaderas esperan nerviosos,
emocionados, ese primer golpe de llamador que ha de dar comienzo a la Semana
Santa, pues saben que van a portar sobre sus hombros nada más y nada menos que
al Hijo de Dios.
Mientras
tanto, en la puerta, unos niños juguetean y, en un instante, se detienen para contemplar, boquiabiertos y
asombrados, una escena que a buen seguro no olvidarán en sus vidas.
El
capataz ha dado la orden. Los costaleros al unísono han elevado con fuerza el
paso al cielo; la tensión y la emoción se palpan en el ambiente mientras suenan
melodiosas las trompetas al ritmo potente de los tambores. La cofradía se
encamina hacia la calle una vez ha comenzado la estación de penitencia cuyo
inicio ha ordenado el Oficial de la Junta de Gobierno insignia en mano.
Los
nazarenos, expectantes, intuyen ansiosos la salida del paso de la Borriquita
que majestuoso, al son de una marcha procesional, se encamina triunfal hacia la
puerta del templo, mientras el pueblo lo espera jubiloso, inundada la plaza con
la intensa luz de la tarde, del perfume
del azahar y del olor penetrante del incienso.
En el
cancel de la iglesia el público contempla absorto, en silencio, la prodigiosa
escena llena de luz y color que se desarrolla ante sus ojos, excepto una niña pequeña
que, en los brazos de su madre, aún no es consciente de lo que ocurre tras de
sí y prefiere entretenerse con otra escena menor, prácticamente imperceptible, pero
más llamativa para él, como es la del fotógrafo que nervioso aprieta el
disparador de su cámara para perpetuar ese momento único e irrepetible de la
tarde.
Ya el
paso de Jesús en su Triunfal Entrada en Jerusalén, al compás de la marcha que
interpreta la banda y ante un público ávido de emociones que contempla la
escena, se encamina hacia la plaza donde el pueblo lo espera para aclamarlo
como Rey, mientras agita sus palmas y ramos de olivo en señal de alegría. Llega
el Rey de Reyes, el Mesías Salvador, que
alcanzará la Victoria sobre la Muerte.
La
cofradía ya está en la calle.
El
bullicio de los primeros tramos de nazarenos, la alegría de las niñas vestidas
de hebrea que portan sus ramas de olivo y corretean alrededor del paso, nos
recuerdan aquellas palabras de Jesús a sus discípulos: “Dejad que los niños se
acerquen a mi…”
La
tarde cae. El sol se oculta lentamente en el horizonte mientras nos regala un
instante único para el recuerdo. Nuestros ojos contemplan la silueta de Jesús y
sus seguidores en un juego de claroscuros. El día luminoso va muriendo para dar
paso a la noche oscura, que preconiza la Pasión que ha de sufrir el Redentor.
Jesús,
junto a San Pedro y demás discípulos, ha entrado en Jerusalén como Rey. Sin
embargo su mirada se pierde en el infinitivo, pensativa. Se va cumpliendo la
Escritura, seguro de que quienes ahora lo vitorean mañana lo han de condenar.
He aquí
la Luz del Mundo. Las velas de la candelería del paso de la Santísima Virgen de
la Paz iluminan nuestro camino para que podamos alcanzar al Hijo de Dios por
mediación de su Madre.
La
Reina de la Paz es Madre y bajo su manto acoge protector a sus hijos costaleros
y a los hijos de estos; pequeños costaleros que esperan ocupar algún día un
lugar junto a su padre bajo las trabajaderas del paso con el que han de llevar
a la Madre de Dios.
Las
bambalinas del paso de palio enmudecen mientras rompe el aire una flecha de
amor, la saeta. La oración del pueblo que sale poderosa de la garganta de uno
de sus mejores intérpretes: Raúl Montesinos.
Unas
escenas de gran emoción han tenido lugar minutos antes a las puertas de la
Residencia de Ancianos. Sus moradores han recibido la paz, el consuelo y el
amor de la Santísima Virgen que dirige ahora sus pasos para alcanzar el camino
que la ha de llevar hasta su Hijo.
La
estación de penitencia de la Hermandad
no termina el Domingo de Ramos, sino que continúa el Martes Santo con el
tan esperado Vía Crucis con la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo, quien
maniatado ante Pilatos y ante el pueblo, espera la fatal sentencia. A su
alrededor un mar de hombres y mujeres lo han acompañado en su camino hacia el
Pretorio. De un modo u otro el pueblo siempre está ahí, como protagonista principal y necesario
de este drama santo.
El
pueblo tras el Cautivo, en un monumental escenario histórico y artístico que se
sitúa en el interior de nuestro templo principal, bajo la atenta mirada de la
Santísima Virgen de las Virtudes, patrona de La Puebla, que acoge al Hijo de
Dios Cautivo instantes antes de oír las palabras que han de condenarlo: Ecce
Homo; he aquí al Hombre, que se entrega y sacrifica por nosotros para el perdón
de nuestros Pecados.
Jesús,
el Hijo de Dios hecho Hombre, se dirige hacia el patíbulo, donde su sangre será
derramada para extender la sombra de su Gracia salvadora a todo el género
humano.
En
definitiva, con este cartel rendimos homenaje a nuestros nazarenos, a los capataces, costaleros y saeteros de La
Puebla de Cazalla, a la gente del pueblo, protagonistas imprescindibles de nuestra
Semana Santa, quienes expresan públicamente su devoción y su fe en Cristo
participando de diversas formas en esta magna representación de su Pasión y Muerte,
que da comienzo el Domingo de Ramos con las sagradas imágenes titulares de esta
Hermandad.
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